Sabemos que muchas veces la naturaleza de la mente es ver lo que falta, ver lo que está mal, preocuparnos, anticipar lo peor para para estar preparados y poderlo combatir. Si estás ahí. No pasa nada, es normal.
Pero también sabemos que hay personas que no viven así.
Muchas personas mantienen una mente optimista aunque su vida no sea ideal. ¿Cómo es el cerebro de estas personas? ¿Pueden los más pesimistas cultivar un cerebro más optimista?
Según la neurociencia: SÍ, sí se puede.
Gracias a nuestra plasticidad neuronal. Si ponemos en práctica aquellos hábitos (mentales o conductuales) que siguen las personas optimistas, podemos aumentar el optimismo en nuestro cerebro, ganando en bienestar mental, emocional y físico. ¿Te gustaría saber cómo?
Antes de entrar en materia, me gustaría aclarar que ser optimista NO es pensar que todo siempre me irá genial, que la vida siempre es de color de rosa. No. Eso es un optimismo exagerado nada recomendado, ya que puede ser incluso contraproducente.
¿Cómo es entonces una persona optimista?
Vamos a ver dos rasgos muy comunes en una persona optimista frente a una pesimista :
- Una persona pesimista cuando está mal piensa que aquella situación siempre será así, que nada va a cambiar. Una persona optimista tiene claro que todo es impermanente, que todo es temporal, que por ejemplo, el dolor, el sufrimiento es transitorio.
- Una persona pesimista proyecta un futuro negro, anticipa lo peor. Una persona optimista anticipa un futuro globalmente favorable. Sabe que la vida trae pérdidas y ganancias, pero creen que en suma habrá más ganancias que pérdidas. Visualizan un buen futuro a largo plazo, y tienen claro los pasos a dar para poder llegar a él. Como sus expectativas son positivas, ponen más esfuerzo y empeño, lo que al final por profecía autocumplida tienen más probabilidades de que se cumpla.
¿Qué partes del cerebro están relacionadas con el optimismo?
No es fácil saber a ciencia cierta qué partes influyen en ser más o menos optimista, pero podríamos nombrar principalmente las siguientes.
Amígdala: las personas que viven con mucho estrés y tienen esta parte del cerebro muy activa, reducen su sesgo optimista. Según la neurocientífica Tali Sharot, el 80% de las personas muestran un sesgo optimista. El problema es que este desaparece cuando vivimos en modo alerta, cuando la amígdala está muy activa, como suele ocurrir en el caso de una persona pesimista. Lo bueno, es que cuando nos sentimos tranquilos, seguros, y relajados, este sesgo optimista está más presente.
Corteza prefrontal (CPF): Hay científicos que creen que partes de la CPF como la COF, la CPFvm, la CPFm o el GFI pueden jugar un gran peso en el optimismo. También se habla mucho de que la parte derecha de la CPF se encarga de monitorizar emociones negativas, mientras que la izquierda de las positivas. Quizás te suene que el hombre más feliz del mundo, el monje budista Matthieu Ricard, mostró niveles inusualmente altos de actividad en la CPF izquierda de su cerebro, durante los experimentos de meditación que realizaron con el gran conocido neurocientífico, Richard Davidson. Se cree que las personas optimistas tienen potenciado el procesamiento de los eventos positivos. O que más bien inhibe los negativos, es decir, el cerebro del optimista cualquier cosa negativa prácticamente la ignora, la minimiza, lo que hace que mantenga una visión positiva global del mundo. Aún no está del todo claro.
Corteza cingulada anterior: participa en la detección de errores, pero la parte rostral de la CCA está relacionada con imaginar eventos futuros positivos. Puede que esta parte intervenga en un cerebro optimista a seleccionar el mejor escenario posible en sus predicciones.
Núcleo accumbens: se activa el circuito de recompensa cuando anticipamos que nos van a pasar cosas buenas, lo que refuerza el pensamiento positivo.
Neurotransmisores: Los optimistas tienden a tener más dopamina y serotonina disponibles (puede que sea por genética), lo que hace que sientan mayor motivación y mejor estado de ánimo. Los pesimistas suelen presentar mayor sensibilidad al estrés (más cortisol).
¿Porqué vale la pena cultivar el optimismo?
Se ha visto como las personas optimistas presentan mejor salud física y mental, acuden menos al médico, se recuperan antes, presentan mayores logros acedémicos y profesionales, presentan menos estrés y/o ansiedad. ¡Incluso viven más!
¿Qué podemos hacer para cultivar un cerebro optimista?
- Reconocer la impermanencia es un primer paso. La meditación puede ayudarnos a ello. También la repetición de mantras tipo: «todo pasa», «esto también pasará», «no siempre vamos a estar así», nos pueden ayudar.
- Jugar a imaginar un futuro favorable, a tener expectativas positivas. Y digo jugar, porqué puedes por ejemplo, decidir pensar que la próxima reunión, charla, entrevista o cualquier cosa que te de miedo (y que pienses que puede ir mal), irá bien. Si luego va bien, reafirmamos la expectativa positiva, creamos un cerebro más optimista. También puede ayudarte meditaciones o visualizaciones que te ayuden a proyectar un buen futuro.
- Reinterpretar tus fracasos y tus éxitos. Muchas veces sucede que el pesimista cuando se equivoca piensa que el mismo es el culpable de todo, mientras que el optimista es consciente de que otras causas externas pueden haber influido en el resultado. Así que, cuando en algún momento te pilles culpándote a ti mismo por un error, primero intenta suavizar tu autocrítica con mucha autoamabilidad (autocompasión). Después, intenta ver más allá de ti, ¿ese fallo también puede ser debido a causas externas? Por otro lado, cuando consigas algún éxito, valora, honra tu propio esfuerzo. No se trata de autoengañarse, sino de reequilibrar el sesgo de tu narrativa.
- Enfocarte en lo positivo, para ello practicar la gratitud puede ayudarte enormemente. Puedes dar tres «gracias», cada mañana o cada noche, por cosas o personas que te ayudan a estar bien.
- Rodearte de personas optimistas: muchas veces aprendemos por modelaje, tener cerca personas optimistas nos puede ayudar a adoptar su mentalidad. Recuerda que ya de entrada sentirte querido y acompañado es un factor clave para sentir felicidad.
- Realizar el ejercicio Tu mejor YO futuro. Trata justamente en visualizar qué futuro quieres para ti, cómo deseas verte en un futuro, en diferentes ámbitos de tu vida. Una de las grandes intervenciones para cultivar el optimismo, según Laura King, de la Universidad de Columbia. Esta investigadora descubrió que aquellas personas que hacían este ejercicio durante 20 min por día durante varios días, tendían a mejorar su estado de ánimo, de ser más felices semanas después, y sentir menos dolencias físicas meses después. ¡Pruébalo y me cuentas!
Si te apetece saber más sobre como cultivar un cerebro optimista y feliz, no te pierdas mi próximo libro escrito junto a Ferran Cases, en el te contamos ¡mucho más! Te lo cuento todo en mi Newsletter.
Un abrazo,
Sara Teller
Referencias:
Erthal, F., Bastos, A., Vilete, L., Oliveira, L., Pereira, M., Mendlowicz, M., … & Figueira, I. (2021). Unveiling the neural underpinnings of optimism: A systematic review. Cognitive, Affective, & Behavioral Neuroscience, 21(5), 895-916.
Sharot, T., Korn, C. W., & Dolan, R. J. (2011). How unrealistic optimism is maintained in the face of reality. Nature neuroscience, 14(11), 1475-1479.
Sharot, T., & Garrett, N. (2016). Forming beliefs: Why valence matters. Trends in cognitive sciences, 20(1), 25-33.
Herold, D., Spengler, S., Sajonz, B., Usnich, T., & Bermpohl, F. (2016). Common and distinct networks for self-referential and social stimulus processing in the human brain. Brain Structure and Function, 221(7), 3475–3485

