¡Quiero más! : El lado oscuro de la dopamina

No sé si te has planteado alguna vez de que no es lo mismo querer algo a que te guste aquello que deseas. A veces queremos algo porque quizás tenemos una idea utópica al respecto, porque les hace ilusión a las personas de nuestro entorno, o porque está bien visto a nivel social.

Los circuitos y la neuroquímica que se desprende en el cerebro cuando deseamos algo y cuando disfrutamos de aquello, es completamente diferente. Por ejemplo, no es lo mismo desear estar con alguien (deseo sexual) que disfrutar al lado de esa persona (amor profundo). Desear a una persona y sentir placer a su lado, son dos cosas que no tienen por qué ir unidas y que se sienten de manera diferente. Aunque sí es cierto que generalmente deseamos aquello que nos genera placer.

¿Porqué sentimos placer? Respondí a esta pregunta en un post anterior. Hoy me gustaría hablarte sobre la insatisfacción que crea ir en busca constantemente del placer. Y repito, ir en busca de placer (desear) no es lo mismo que disfrutar del placer.

Cuando deseamos sentir placer el circuito que activamos en el cerebro es el de la recompensa, donde el neurotransmisor clave es la dopamina. En cambio, cuando disfrutamos del placer, entonces son los centros hedónicos (centros del placer) los que se activan en el cerebro, y aquí, los opioides endógenos (como las endorfinas) y los endocannabinoides (como la anandamida) son los neurotransmisores protagonistas.

¿Sabías que el circuito de recompensa del cerebro (deseo) es mucho mayor que los centros neuronales dedicados a sentir placer?

Para el cerebro es más importante el deseo que el placer. ¡Desear es VITAL!

Ciertamente, cuando las personas pierden las ganas de vivir y se deprimen, los niveles de dopamina bajan. Por el contrario, quienes presentan niveles altos de dopamina suelen tener una gran motivación y deseo de vivir.

El problema viene cuando estás todo el tiempo deseando y te olvidas de vivir el presente. El deseo está orientado a algo futuro. El placer es disfrutar del presente.  Como dice el profesor de psiquiatría D.Z. Lieberman en su libro Dopamina existe la neuroquímica del “aquí y ahora” (endorfinas, serotonina, oxitocina, anandamida) mientras que la dopamina es una neuroquímica orientada hacia el futuro.

Es natural que la neuroquímica orientada al futuro domine el cerebro. Recuerda que el cerebro intenta predecir constantemente qué sucederá ante cualquier situación, para así mantenernos sanos y salvos. De hecho, cuando sucede algo mejor de lo que esperaba se libera mucha dopamina. Por ejemplo, si pensaba que iba a suspender un examen y luego saco un «7» ahí tenemos un chute de dopamina.

La novedad, las sorpresas, segregan mucha dopamina en el cerebro.

Lo conocido crea menos recompensas inesperadas; es decir, las rutinas crean menos “errores de predicción” y la dopamina ya no está ahí presente para darte esa sensación de emoción. Por eso hay personas que una vez se acaba la química del enamoramiento (liderada por la dopamina) dejan a la persona querida. Están enganchados a la excitación de la dopamina y les cuesta experimentar la neuroquímica del placer, de la calma y el bienestar (endorfinas, serotonina, oxitocina, anandamida).

El lema de la dopamina es: ¡QUIERO MÁS!

Cuando mi vida se centra en la busca de dopamina, sólo puedo sentir insatisfacción, porque siempre necesitaré más, siempre voy a desear más.  En el momento que cumples ese deseo que esperas que te haga feliz, ya ha aparecido una nueva meta. La felicidad, así, se esfuma rápidamente, porqué siempre está proyectada al futuro, no es algo que sentimos ahora, en el presente.

Ojo, tener objetivos, deseos, en la vida no está mal, es algo neurosaludable y que te hace sentir motivado/a ahora. Liberar dopamina en tu día a día cómo vimos es algo vital, forma parte de la neuroquímica de la felicidad. Aquí hablo del estar enganchado/a al deseo, al querer más y más.

Creo que es importante aceptar que desear es algo natural y humano, pero al final la realidad acabará siendo la que tenga que ser, porque no depende 100% de ti. Si me creo todo el tiempo expectativas futuras, ahí tengo siempre las de perder, ya que pocas veces la realidad que se presente será exactamente como yo la había imaginado. Cuando lo que yo imagino es peor de lo que se presenta, los niveles de dopamina caen. Sentimos frustración.

¿Qué hacer si has caído en el lado oscuro de la dopamina?

  1. Observa la relación que tienes con aquello que deseas. ¿Qué pasa si no se cumple? ¿Sentirías tristeza, rabia y/o frustración? ¿O no pasaría nada? Si realmente ves que existe un gran «apego», puede ayudarte pensar que la vida trae felicidad y desgracia, es impredecible, aleatoria, y sería pretencioso o de «persona caprichosa» pensar que tiene que darme todo lo que yo quiero.
  2. Aprovecha el deseo como un empuje para esforzarte más, pero permítete a la vez disfrutar del camino. El presente es realmente lo único que tenemos. Si no nos sentimos bien ahora, entonces, ¿cuándo?
  3. Siempre puedes aprender a no esperar tanto. Cuánto menos deseo, menos errores de predicción, menos frustración.
  4. Pasa del «pensar» al «sentir». Empieza a tener más conexión con tus sentidos, con lo que sientes ahora, en vez de tanto con lo que piensas. A parte, través de la emoción, del sentir, los recuerdos quedan más fuertemente grabados en nuestro cerebro. Aprendemos mejor cuanto más sentimos. Recordamos mejor cuanto más sentimos. Entonces, si te pasas la vida pensándola en vez de sintiéndola… ¿Qué recordarás de aquí unos años?

Si quieres saber más sobre cómo cuidar tu cerebro y ganar en bienestar según la neurociencia, entonces te recomiendo muchísimo mi nuevo libro Neurocuídate y cómo no, mi Newsletter. 😉

¡Un abrazo enorme!

Sara Teller

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Sara Teller